Por Magela Sandín
Todo podría empezar con esta pregunta: ¿Querés ser mi cordada?
O podría tratarse de un cinematográfico caso de cordada a primera vista.
O coincidir en un sector por casualidad, en una misma vía o tener el mismo proyecto de encadene, o conocerse por algún amigue escalador o escaladora en común.
También podría haber una aplicación para encontrar a tu cordada ideal, la cordada perfecta, la cordada de tus sueños, tu “media” cordada.
Las cordadas son relaciones personales que funcionan…o en su defecto, no. Como los vínculos de pareja o poliamorosos.
Podríamos decir que tienen un grado de comparación con estas relaciones, ya sean románticas…o no.
Tanto en las relaciones amorosas como en las cordadas tenemos un sinfín de combinaciones.
Podemos jugar con sus patrones de comportamiento, estereotipos que nos harán sentirnos identificades…o no.
Por lo menos nos robarán una carcajada o una mueca de complicidad.
Empecemos. Pueden haber cordadas fieles, de larga duración o que lo sean “para siempre”, “hasta que la muerte les separe”… en la vida útil de sus procesos en el deporte.
Hay cordadas que duran menos de lo que quisiéramos, menos que un proyecto en común, menos que un encadene, o el lapso de una ida a la roca.
Hay otras que duran varias semanas o meses. Se instalan juntes al pie de vía y dividen una carpa, su hogar y/o los bienes: el equipo. No escatiman en nuevos chiches para el set y se aventuran en grandes inversiones de tiempo y espacio en conjunto. O se van a recorrer el mundo, de pegue en pegue, en una Van.
Están las cordadas abandónicas, las que dejan tirada a su cordada por fiestas, amigues u otras cordadas clandestinas y pasajeras.
Hay cordadas infieles, de las que se van a escalar con otres en secreto para no tener “problemas”.
Y hay cordadas ultra fieles y selectivas que no se dejan dar seguro por nadie más que no sea su cordada.
Las cordadas de espíritu libre: no quieren una cordada fija, prefieren cambiar de cordada cada tanto, o muy seguido. Ser libres para elegir escalar con quien le plazca, para lo cual será mejor no comprometerse con una cordada sola.
Está la cordada que reclama fidelidad pero no la respeta, y se va por ahí a usar otros grigris, a acariciar otras cuerdas y a probar otros sectores en aventuras improvisadas con otres escaladores.
Hay cordadas abiertas, mantienen su proyecto de cordada en común, pero además, escalan con cordadas ocasionales de vez en cuando.
Y también están las policordadas, escalan en grupos. Dentro del grupo se van turnando y alternando pero siempre dentro del mismo grupo. Pueden ser de a tres, de a cuatro y hasta de a cinco.
Pueden haber cordadas que te “ghosteen” después de algunas idas a la roca y nunca más le veas.
Hay del tipo de cordadas que se conocen por azar y se confían la vida en un acto de fe, una tarde cualquiera, para no quedarse sin escalar. Y hasta puede ser el encadene de tu vida, jamás lo olvidarás.
Las que se prostituyen por un día de escalada en un sector nuevo. Vehículo, morfi y equipo incluidos.
Vemos cordadas a pie de vía que están sintonizadas, que se entienden en todo momento, se concentran y apoyan en las buenas y en las malas.
Nos cruzamos con cordadas que discuten todo el tiempo, que se culpan mutuamente de sus fracasos o mala racha. Lo naturalizan y pasa a ser su código de relacionamiento.
Hay cordadas desatentas, dan seguro tomando mate o haciendo chistes al de al lado, riendo a carcajadas, distrayendo a su par. Descuidando a su cordada ante cualquier oportunidad.
Están las ansiosas, egoístas, narcisistas: saben siempre qué hacer en todas las vías y te quitan la posibilidad de escalar a vista para siempre, al relatarte desde abajo todo lo que hay que hacer, apurarte, subestimarte y sacarte del foco. Éstas, en el lenguaje de las relaciones amorosas, podrían ser las que ahora se llaman “tóxicas”, y ojo porque se han puesto de moda.
Están las cordadas que compiten siempre y se miden con su par para mejorar o avanzar en sus proyectos.
Las que se ponen de acuerdo en casi todo: con los sectores, las vías y las elecciones de su día de escalada, hasta con la comida que llevarán y en qué momento irán al baño; y las que no se ponen de acuerdo en nada…y al cabo de un tiempo se dirán que no son compatibles y se dejarán de dar seguro.
Están las cordadas que se conocen tanto que los ves en un estado de flow permanente, son la cordada perfecta, la envidia de las demás cordadas.
Y las que después de un primer período de escalar y llevarse de diez, después de ese estado de luna de miel, se terminan odiando…
Las que se pelean a muerte y nunca jamás compartirán una cuerda.
Las que se precipitan y se piden fidelidad después de una sola vez compartiendo cordada en un sector.
Las que parten de una disparidad tal, casi siempre medida por los grados, en la que una parte siempre será “A” y la otra “B”, siendo más importante el proyecto de “A” a la hora de tomar decisiones.
Hay otras en las que una parte asegura más que escala, marcando otra vez una disparidad en la relación.
Las seductoras: que nunca llegan a ser cordada porque les gusta tener muchas y distintas experiencias, y no quieren compromiso, pero cuando escalan juntes sentirán que serán por siempre cordada, tienen mucha química pero les cuesta sostener los proyectos.
Desafortunadamente también hay cordadas que destratan, que abusan y que golpean las sensibilidades con artilugios de poder y de control.
Y las hay muy descontracturadas, amables y tolerantes.
Hay cordadas divertidas, hay cordadas que “coachean”, hay otras que te ponen los pelos de punta de los nervios, y hay otras que dan paz .
¿Ya descubriste cuál es la tuya?
FIN
Magela Sandin Cuevas
Lic. en Psicomotricidad
Pg. en Dificultades del Aprendizaje
Escaladora