Texto por Cecilia Gasparrutti
Foto principal Malaca
No me extraña escuchar entre los escaladores que son capaces de escalar con cualquier persona. No les importa quién los asegure, ellos van para adelante. Y eso es cierto hasta que encuentran el compañero que suma 5 centavos más en la experiencia y lo hace todo distinto. En ese momento nuestro rendimiento no solo aumenta, se potencia, sino que aprendemos a trabajar en sinergia, nos volvemos un equipo, una sola persona y eso que creíamos que podíamos escalar con cualquier persona, si bien no deja de ser cierto, toma otro sentido, esos 5 centavos que nos aporta una cordada perfecta transforma la experiencia de la escalada en un ritual de pocas palabras y mucho apoyo, esa cordada que se vuelve una voz imponente en nuestra cabeza cuando más lo necesitamos. Extensión de nuestros brazos, empuje de nuestros esfuerzos que nos hacen dar ese pequeño porcentaje extra que ni nosotros sabíamos que podíamos, se vuelve confianza pura.
El hilo rojo que conecta a dos persona dice la leyenda, o mejor dicho, una cuerda entre dos, de ahí el «somos cordada», estoy aca para vos, podes confiar, podes dudar y tener miedo, podes con la complicidad que nos une decirme lo que sea o en la mayoría de los casos no decir nada, excepto que te lo pida.
En mi paso por la escalada, tuve esta experiencia una sola vez, ese fluir sin pensar en nada más que escalar, unir movimientos, equilibrios y desequilibrios, descansos, respirar para bajar la frecuencia cardiaca, en resumen, fluir con ese inmenso contexto natural, con la gigante masa de piedra que nos deja ir hacia arriba, nos carga de una energía que extrañamos cuando nos vamos y es lo que nos motiva a volver.
Esa cordada, «La Gigi», mi gran amiga, fue la que me permitió conectar realmente con lo que es hoy para mi, escalar. El acumulo de sensaciones y vivencias que me lleva a conectarme con ellas cada vez que digo, VOY. En definitiva no es el grado, ni escalar miles de vías, voy en buscar de ese sentir, (y creo que todo escalador). Experimentar una y otra vez el desafíar la gravedad, y en esa búsqueda aparece el miedo, porque el miedo siempre va a estar ahí, evolutivamente es quien nos mantuvo vivos millones de años. Poder mirar al miedo a los ojos y decirle, te dejo subir conmigo, y que no nos afecte, el tener una corada, es la clave.
La cordada es la que, ese miércoles libre, en donde estabas motivada para el pegue de encadene, cambió sus planes para escaparse a la roca, porque sabe el desafío que implica encadenar un proyecto, y lo importante que es para vos. Te prepara la cuerda mientras entras en calor, en silencio, paciente, sabe que decirte cuando aceleraste la respiración para que vuelvas a la calma, y cuando bajas de ese pegue, sea lo que haya sucedido, te abraza y te dice, estoy orgullosa de vos. Así es mi amiga Gigi, en donde volar era un disfrute, ella más liviana que yo, hacía que esa dinamización fuese perfecta.
En una cordada, ella pasa a ser vos pero con otro cuero como decía Atahualpa. Amiga, psicóloga, confidente, a veces enemigas, porque con la cordada también te puteas, pero dura un rato y todo vuelve a ser mejor que antes. En definitiva, una maravillosa experiencia que espero haber podido transmitir.
En tanto sigamos en esa búsqueda de sensaciones, escalar con quien sea va a tener todo el sentido.
Hoy puedo ir para arriba sin pensar en quien me da seguro, porque no puedo prescindir del entusiasmo y me encanta la incertidumbre de la aventura, lo difícil, a veces es encontrar la pierna, el amigo, la compañera, la cordada.
Pero no me rindo, hay que conservar ese fuego interior y cada tanto acercarle una ramita y soplarlo para que no muera.
Mientras tanto, espero que mi sombra y abrigo siempre atraiga gente especial que se arrime, algunos un día, otros un año, algunos pocos, una vida. (aunque en el fondo, en mi alma escaladora sigue prendida esa ilusión de poder volver a tener una «CORDADA»)
Gracias Lore por la invitación, como dice el tango, se me piantó un lagrimón escribiendo este relato.
Ceci Gaparutti, escaladora de las fuertes, dedicada, manija, seguila, inspirate un poquito con la Ceci