Unas de las vías más viejas del Arequita, equipada por Waldino Turra, re-equipada por Santiago C., se llama «Mauro, me voy a caer» y es de las más escaladas de Arequita. Una fisura que se escala de dulfer hasta llegar al crux que es una plaquita divina (y que te agarra cansado). Graduada como un 6b, debe tener unos 22 metros.
Gustavo Marín la encadenó (grande titán) y me envió su relato. Y en Es Pa’rriba tenemos el compromiso de contar todas las historias, porque son parte del joven crecimiento de la escalada uruguaya, todas nuestras experiencias, logros y frustraciones, cuentan. Acá está la historia de Gustavo:
Todo escalador tiene una vía por hacer un proyecto por realizar y superar. El mío comienza el 27 de noviembre del 2018 cuando me crucé con la vía: Mauro, voy a caer. Bueno desde que lo intenté ese día me propuse lograrlo. Me llevó cerca de 1 año para conseguirla, ya que no todas las veces que escalábamos en Arequita pasaba por «Mauro». Uno de los primeros intentos conocí a Martín Bone que ese día me aseguró. Quiero destacar que estaba intentando encadenar y en las últimas dos chapas caí… fue una de las primeras caídas largas que experimenté. Fue algo mágico y con mucho miedo, sin dudas, pero sentí mucha liberación.
Ese día tampoco lo logré como tantos días que seguí intentando paso a paso cada sección de la ruta, cada movimiento, cada chapa y aun así esos movimientos no salían.
El jueves 17 de septiembre de 2020 en la tarde llegamos al cerro, ese día no venía con muchas ganas, estaba cansado de la semana y le propuse a mi grupo seguirlos, Marcelo y María Noel dijeron los dos: hoy vamos para Mauro. «Lo vas a intentar y vas a apretar duro», palabras de Marcelo. Frente a esa propuesta no dude y pensé: “bueno me va a servir para entrenar un poco más”.
Llegamos a la vía, me equipe, y ahí estaba frente a Mauro. Pasé la grieta y me encuentro esa sección que tanto me costaba (la placa)…. otra vez me agarraba de las cintas, llegué al top como pude, arme la reunión y bajé.
La segunda vez estaba a pie de vía sosteniendo los dos extremos de la cuerda que estaba de top rope y pensaba: de top o la encadeno. Me hice esa pregunta varias veces hasta que tiré de la cuerda y me decidí a encadenar.
Ahí estaba otra vez, comencé a subir un poco cansado, pero bien. Estaba concentrado y decidido a que pasara lo que tenía que pasar.
Mientras estaba atravesando la zona de la grieta pensaba en ahorrar toda la energía que podía para pasar la sección que estaba a punto de llegar… y llegó.
Miré el hueco hacia la izquierda y coloqué los 3 dedos. Miré hacia abajo y el pie izquierdo lo coloqué en una presa pequeña. Luego llevé el cuerpo hacia la izquierda viendo así las regletas que estaban a mi mano derecha, respirando y moviéndome con cautela llegué a la otra sección donde por fin estaba la última chapa. Comencé a pasar esa sección que tanto tiempo me costó moviéndome como si supiera que lo lograría….
Así, como si nada, solo salió. Me sentí súper feliz de llegar y encadenar a Mauro que no se puede explicar así solo. Sentí felicidad y tranquilidad. Al bajar lo primero que hice fue darle un fuerte abrazo a mis compañeros que estaban tan felices como yo. Esto me motivo a seguir entrenando y seguir con nuevos proyectos que veremos cuáles serán.
Luego de tremenda historia de Gus, les dejo la mía, conocida como «el método Peppers», por consultas, ya saben cómo ubicarme 😉
Hace bastante tiempo que no iba a «Mauro, me voy a caer», es de esas vías súper lindas pero que tiene alejes largos y se chapa de posiciones incómodas. El crux está justo al final de una laja, lo que implica también un cambio de estilo, pasas del dulfer a una placa.
Una tarde me animé a abrirla por primera vez y hasta el final (no encadené, el desafío era abrirla). Fui descansando, disfrutando del atardecer de finales de enero.
El otro día, un 23 de agosto, estaba tirada en la hamaca, decidida a pasar todo el día en modo oruga porque me dolía la cabeza, cuando apareció Emi y me dice «Dale lore, vamos que hoy encadenás Mauro» «no Emi, no me siento bien, dejame dormir aunque sea 20 minutos más» «bueno, pero yo me quedo acá esperando» y se pone al lado mío mirándome fijo…
«Bueno, dale, pero subo hasta donde pueda y me bajo», le dije, a lo que respondió: «si si obvio, pero la tenés que encadenar», sin presiones, claro.
Bueno me preparé, me colgué todas las expreses, respiré muchas veces profundamente, este dialogo «voy hasta donde pueda» «si, pero la tenes que encadenar» se dio muchas veces antes de arrancar a escalar.
«Voy emi» – «Vaya compa», así empezó todo. Chapa a chapa me decía «bueno, una más», por dentro. En un momento, en la chapa siete le digo a Emi «Emi, estoy cagada en las patas», «tranqui, amiga, descansá todo lo que necesites, pero seguí».
Era un día muy lindo, había sol, no había viento, estaba de musculosa en invierno. Martín y Facu estaban probando «no culpes a la noche», estábamos prácticamente solos con Emi en esa vía. Todo era tranquilidad, calor del sol, el momento era muy propicio para estar concentrado.
Llegué al final de la laja (justo antes del crux), y ahi descansé. Me abracé a la laja, bloquee mi pie izquierdo en la laja y descansé.
«Emi, voy», y arranqué a escalar el crux, nunca lo había sentido tan fluído, mano izquierda en el huequito con la piedrita, pie en la regleta izquierda, pie derecho en el hueco, knee bar con la pierna derecha, chapar.
Mano derecha en el primero de los tres huequitos. Subo el pie derecho, mano izquierda en el segundo de los tres huequitos. Mano derecha en la regleta abierta, subo el pie izquierdo, mano derecha en el tercero de los huequitos y darle de hombro. Mano izquierda en una regleta vertical mínima, y al sloper con la mano izquierda, subo los pies, regleta con mano derecha, chapo.
Pie derecho a la regleta bien arriba, casi en la cadera y mano izquierda al puntón antes del top. Serie de regletas verticales y en silencio, haciendo equilibrio pongo la última express, la del top. Todo es silencio. levanto cuerda, despacio, en equilibrio y paso la cuerda por la express. «Emi, llegué», ahi empezaron los «Woohoo», «Si, carajo» y otras expresiones de alegría.
Aparecieron Martín y Facu en el pie de vía. Emi me bajó y ahi festejamos los cuatro. «Lore, fue hermoso, cuando empezaste a escalar el crux, una bandada de pájaros pasó por arriba tuyo y fue como una premonición, sabía que la ibas a encadenar», me dijo Emi.
Un pensamiento en “Relatos de encadene: Mauro, me voy a caer”
Comentarios cerrados.
Ya que estamos les cuento: ahí tuve mi primer vuelo largo, e invertido!!! Flor de susto, pero caída limpia. Ahí aprendí lo importante que es gestionar la cuerda cuando vas abriendo una ruta.