Historias de encadene, porque la cima no importa pero… Linacolina por Victoria Rey

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¿Cómo fue que elegiste la ruta Linacolina?

En realidad yo no elegí la ruta, podría decir que ella me eligió a mi. Un domingo de Julio que fui a Arequita con varias personas, estábamos en el Cañadón, Jorge quería escalar (era la primera vez que él iba al cerro) pero estaban las rutas “fáciles” ocupadas y además yo quería que él probara algo más difícil. Le dije para ir al tótem y como Linacolina era la ruta más cercana al Cañadón nos quedamos en esa. Escaló él y al rato la probé yo, como para escalar algo. Vale aclarar que yo había probado Linacolina un tiempo atrás y me parecía una ruta difícil. Escalando llegué hasta el crux y no lo pude descifrar, pero tampoco insistí mucho, para mi mente la ruta no iba a salir ese día. Cuando bajé Jorge me dijo “bueno, queda de proyecto” y así fue.

¿Conoces su historia?

Emm sé que la ruta la equipó Lore y que la llamó así en honor a Lynn Hill, pero no sé mucho más que eso.

¿Cuál fue el trabajo mental que te implicó? ¿Tuviste que hacer trabajo físico para lograr el crux? Cómo describirías el crux? ¿Cuál fue el festejo?

Sin dudas el trabajo mental fue el factor más importante para el encadene. Y para entender lo que significó para mi tengo que contar una anécdota.

Desde ese día que mencionaba anteriormente, siempre (o casi siempre) que iba a Arequita escalaba Linacolina. Me caía en el crux, descansaba, probaba de nuevo pero me volvía a caer. Me costó descifrar el movimiento del crux hasta que un día lo hice, pero no la encadené. La siguiente vez que fui al cerro, llevé el desafío de encadenarla ya que (aparentemente) había sacado el movimiento del crux. Fue como una presión interna que yo misma me puse, pero las cosas no salieron como esperaba.

Era un domingo de mucho calor, subí al cerro sobre el mediodía, Linacolina estaba toda al sol. Con Seba fuimos al sector del olvido como para hacer un poco de tiempo. Al volver al Cañadón yo no quería escalar Linacolina, pero Seba insistió. Subió él, llegó hasta el crux y bajó. Me tocaba a mí. Subí sin muchas ganas en top hasta el mismo lugar y pedí tensión. No quería ni probar el movimiento. Para convencerme me decía a mí misma, “dale Vicky, tenés que hacer esto” “no importa que no te sientas con toda la energía, hacelo igual”. Intenté escalar varias veces, me pegaba a la pared, pedía cuerda para escalar, pero me paralizaba, y pedía tensión de nuevo.  Me sentía tan mal por no animarme a escalar que incluso me puse a llorar ahí colgada.  Descansé un rato, miré la vista hermosa del cerro con el sol que ya empezaba a bajar y con los ojos todavía mojados me dije “un intento más, subís el pie y pa’rriba”. Me posicioné una vez más, pedí cuerda, subí el pie, llegué a la mano y me quedé ahí, de nuevo paralizada, sin saber qué hacer. La chapa me había quedado 20cm aproximadamente por debajo de la cadera, nada grave, pero miré para abajo y no quise caer. Estaba agotada, pero no lo suficiente porque retrocedí sobre mis paso ese tramo hasta que pude pedir tensión y que me bajaran. Nunca me había sentido tan frustrada y desmotivada.

Al día siguiente le conté todo esto a Jorge, y como gran amigo que es, armó el crux de Linacolina en el Boulder, o al menos lo intentó. Tuvimos que hacerle algunas modificaciones. Bastante parecido quedó y al escalarlo vi que me faltaba resolver un pequeño movimiento para completarlo. Igualmente yo sabía que no era solo resolver el crux lo que me faltaba. Tenía clarísimo que si no cambiaba mi mentalidad y mi actitud al momento de hacer la ruta, no me iba a salir.

Un par de fin de semanas después volví a encontrarme con Linacolina. Ya en otras condiciones, con una mejor mentalidad, sin mi propia presión de encadenarla y con otra energía interior.

Escalé tres veces la ruta ese día. En el primer intento llegué hasta el mismo lugar de siempre. Probaba y me caía. Me seguía faltando un movimiento. Bajé, pero con ánimo de volver a intentar. Jorge subió, clipeó una chapa más y marcó un pie que capaz me ayudaba. ¡Eso era exactamente lo que me estaba faltando! Subí por segunda vez, en top para lograr destrabar ese movimiento. Usé ese pie y logré completar la ruta. Bajé cansada pero contenta. Cuando llegué al piso Jorge me dijo “descansa y en un rato la vuelves a probar”. Mi cuerpo y sobre todo mis dedos no querían saber nada más con la roca, pero no descarté la idea.

Me decidí a darle un pegue más a Linacolina. Si la encadenaba, genial, y sino igual me iba contenta de haber destrabado el movimiento que me faltaba. Antes de subir repasé todo lo que tenía que hacer en el crux, los agarres y los movimientos: luego del descanso con las piernas abiertas, mano izquierda a la regleta, mano derecha al huequito invertido con dos dedos, pies arriba. Mano derecha a la grieta con dos dedos también, subir el pie derecho, abrir un poquito el pie izquierdo. Mano izquierda al monodedo, mano derecha a la galleta. Chapar y seguir. Pie derecho al triangulito blanco, pie izquierdo a una de las regletitas más arriba. Mano derecha al romo, pie izquierdo a la regletita más buena. Apretar todo y subir el pie derecho a la regleta buena de verdad. ¡Uf! Mano izquierda al hueco, pie derecho a la grieta, mano derecha estirada al hueco de la grieta, acomodar el pie derecho en la panza, el que me faltaba! Traccionar con la mano derecha, subir el pie izquierdo en adherencia. Mano izquierda al reloj de arena y acomodar el pie izquierdo al hueco. Apoyar la mano derecha en contraposición para subir el pie derecho. Cambiar de mano y chapar. ¡Respirar! De ahí para arriba, puro disfrute: mano izquierda al hueco al lado de la chapa, subir un poco el pie izquierdo, llegar al romo con la mano derecha. Pie izquierdo más al centro del cuerpo, mano izquierda en vertical a la grieta. Acomodar el cuerpo, subir el pie derecho por la grieta apróximadamente, mano derecha a algo horizontal magnesiado que hay. Pie izquierdo un poco más a la izquierda, mano izquierda a la fisura de arriba. Levantar cuerda y clipear. ¡¡Wujuuu!! ¡Lo logré! En ese momento me aflojé por completo y escuché los gritos y aplausos de mis amigos que estaban al pie de la vía; que, más tarde mirando el video del encadene, me di cuenta que me alentaron durante toda la ruta, pero como estaba tan concentrada escalando no lo había percibido.

Limpié la ruta y bajé.  Llegué al piso sentada, no podía ni mantenerme en pie. Recibí abrazos y felicitaciones de todos que estaban tan felices como yo en ese momento. No lo podía creer. Acababa de encadenar la ruta que tres meses atrás creía imposible. Estuve todo lo que quedaba del día con una sonrisa de oreja a oreja. Y bueno, de noche se festejó con comida y cerveza como se debe.

¿Qué mensaje le darías a las mujeres que todavía no eligieron un proyecto en la roca, y les falta un empujoncito?

A todas las mujeres escaladoras les diría que vayan al cerro y escalen en lead. Cualquier ruta, la que más les resuene, esa que siempre quisieron escalar pero no se animaron. Que la escalen, lo intenten, y se caigan. Que la siguiente vez que vayan la vuelvan a escalar, en lead claro. Vuelvan a intentar y a caer. Y si otro día van y no les sale un movimiento que antes si, no se preocupen, ya va a salir, siempre vuelve a salir. Un mal día es parte del proceso, uno, dos, tres… los que sean necesarios. Pero que siempre tengan su objetivo claro: encadenar esa ruta. No importa la dificultad de la ruta ni cuánto tiempo les lleve, es su proyecto y cada una lo hará a su forma. Les diría que nunca se dejen vencer, que sigan adelante una y otra vez hasta lograrlo. Que confíen en ellas mismas y así van a lograr cualquier cosa. Y cuando lo logren van a entender que todo el esfuerzo valió la pena, que los días de sufrimiento y frustración son ínfimos comparados con la satisfacción y alegría de haberlo hecho, esa sensación que solamente cada una comprende en su interior. ¡¡A escalar!!▩

A Linacolina la equipé en el 2019, después de limpiar un montón de piedra suelta. Está graduada en 6c. Es una secuencia de 6a+ hasta el crux, y luego unos pasitos duros hasta la ante-última chapa, no te regala nada. Son 7 chapas, + top, de pura intensidad. Diría Lucia «qué gracia le ven a encadenar?», no es que busquemos solo el éxito, ni mucho menos, el gustito se siente en el top porque la saboreamos chapa a chapa a la vía, el encadene es un lindo final después de haber elegido una ruta, pero no es el único. Mandanos tu historia de encadene, de pelea, de lucha o de proyecto en mega proceso, que acá lo contamos todo. La gracia es animarse. Peppers.

Nota de la equipadora: Lore Peppers
Via Linacolina. ph Sebastian Astorga