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En la práctica de la escalada deportiva, uno de los mayores tabúes que se puede encontrar es la apertura de rutas, ir de primero, hacer lead, o mejor dicho, caer cuando el último anclaje se encuentra por debajo de la cintura, o peor, por debajo de los pies. Si bien hay quienes tienen mejor manejo del miedo, en algún momento todos los escaladores pasamos por una etapa (más larga, más corta) donde la incertidumbre, la ansiedad, el miedo nos invade y debemos enfrentarnos a él para superarlo.

Miedo: Sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario.

El crux de la choreada, la vía más escalada en estos últimos años en el Cerro de Arequita, es de precisión. Hay dos variantes, o tres como mucho, pero no cambia la dificultad, simplemente es más o menos cómoda según el largo de la víctima que la esté probando. La caída es limpia, protegida, y así y todo se me frunce el alma y el ojete cuando tengo que llegar a la regleta. Lo sé, lector, te pasa lo mismo, pero qué linda vía, ¿verdad?. Bueno, hablemos del miedo.

Escalar de primero, abrir, hacer lead es un desafío para una gran parte de la población escaladora. En mi caso la valentía se me fue dando por oleadas, lamentablemente fueron seguidas de un retroceso que me tiraba siempre para atrás y vuelvo a escalar de top. Serán procesos mentales que debo pasar, comodidad, o simplemente cobardía. Lo bueno es que la vida está llena de gente muy motivadora que van empujando de a poco el lugar que ocupa el miedo en mi cabeza y le voy quitando espacio, porque al fin y al cabo es un proceso que solo uno mismo puede hacer.

Leí bastante sobre el miedo. De a poco fui encontrando herramientas que voy a ir mencionando con la esperanza que les ayuda a achicar un poco la brecha de adaptación, aceptación y superación. 

«Are you afraid of falling or afraid of failing?»

Alex Honnold cree que la mayoría de los escaladores confundimos el sentimiento de miedo con el de peligro verdadero, dice: «A combination of factors makes people feel fear, then they assume that the fear means it’s dangerous», y aquí algo que encontré en muchos artículos y libros de escaladores experimentados: saber distinguir el verdadero peligro, del irracional. Parece obvio, pero cuántas veces estás por pasar tu cuerpecito por encima de la última chapada y tu cabeza simplemente se tara, y termina sintiéndose más seguro volver sobre nuestros pasos que seguir subiendo. El desgaste de energía hacia abajo, incluso a veces es más costoso y/o peligroso que si siguiéramos hacia la próxima chapa, y lo sabemos, pero… Así que te pido que la próxima vez antes de entrar en pánico por alejarte de la última chapa clipeada te des el aliento de hacer el siguiente movimiento, tenete fe.

Leyendo el libro de Horst plantea una análisis de los miedos, que también parece obvio pero la verdad que identificando el tipo de miedo que sentía antes de caerme, puede ir eliminando algunos factores que tenían que ver con el nerviosismo y tensión del momento y no con límites físicos o movimientos a trabajar. Es decir, identifiqué como mi cuerpo se dejaba caer ante la posibilidad de caer, si, si… no tiene sentido, pero me pasaba. Horst desglosa los miedos identificables en: Miedo a caer, al dolor, al fracaso, a la vergüenza y nos da algunas herramientas para trabajarlo:

Miedo a caer: recomienda realizar caídas progresivas, empezando con caídas cortas hasta unos cuatro metros (¡ah! ¡pero este Horst está loco, ni loca me tiro cuatro metros!).

Miedo al dolor: invita a empujar siempre un poquito más, hasta ir acostumbrándose a la incomodidad que conlleva superarse. No pain, no gain.

Miedo al fracaso: básicamente le echa la culpa a los padres y recomienda: concentrarse en un problema a la vez. Y venga que… no pasa nada si caemos, lo volvemos a intentar y listo.

Miedo a la vergüenza: este es el miedo que recomienda eliminar definitivamente para poder disfrutar de escalar. Nos pide que nos focalicemos en que no hay fracasos, solo resultados.

Otras coincidencias que encontré en mi investigación es: hay que sentirse cómodos con las caídas pero: 

  1. Todo es parte del autoconocimiento: cuerpo, comportamiento, límites. Es importante escucharse. Aprender a caer y a respirar mientras vamos cayendo.
  2. Nunca estar demasiado cómodo: la sobre confianza en ningún deporte de riesgo es algo positivo.

Arno Ilgner plantea el entrenamiento mental como la conquista sobre la mente, la mente que genera pensamientos. Aprender a controlar el proceso mental. Comprender las tendencias que tiene nuestra mente en su búsqueda de mantenerse en el confort, o de introducir pensamientos absolutos, o todo como bueno o todo como malo que atentan con nuestros objetivos. Nos invita a desarmar esos mecanismos como, por ejemplo, el de etiquetado: terminar una vía: éxito, caer: fracaso; porque en estos términos no queda espacio para el aprendizaje. Esto me pareció super importante, el aprendizaje. Somos escaladores que con suerte escalamos en roca los fines de semana (desde que nos cerraron las canteras), entonces cuando vamos a la roca no hay que perder de vista el aprendizaje, será lento o más rápido, pero que siempre haya espacio para ello. Parece tan obvio todo… pero… cuántas veces nos encontramos peleando con nuestro ego y dejamos que gane.

Otra herramienta que menciona es aferrarse al presente. Identificar el diálogo mental y los pensamientos y volverse testigo de ellos. Es decir, separarse uno de sus pensamientos, loco, ¿no? Y a esto lo llama «tomar conciencia», lo cual nos permite utilizar la inteligencia de la mente y permanecer en el presente, desviar nuestra atención al siguiente movimiento. Estamos acá y ahora, y no existe otra cosa que el siguiente movimiento. Entonces la escalada no es solo entrenamiento físico, sino también mental.

El último tema que para mi es clave, el asegurador. Es tan importante confiar no solo en el equipo de escalada, sino también en el asegurador. Al fin y al cabo le estamos entregando nuestra integridad física cuando les encomendamos la tarea de asegurarnos. Soy de las personas que no puede escalar con cualquier asegurador tal vez mientras mantenga mi condición de rookie sea así, y cuando esté un poco mas fuerte eso cambie. Para mí la persona que me asegure tiene que estar preparada y saber asegurar: estar atento, saber cuándo dar cuerda, cuándo no, responder de manera rápida, tener el mismo código de comunicación. Cada uno tiene que ser responsable a lo que se expone al escalar. La escalada en roca es peligrosa y la única forma de achicar las probabilidades de accidentes es tener el manejo de cuerda muy claro.

Mi receta:

Es un buen mix de todo. Hacer el ejercicio de prestar atención al proceso mental que ocurre cuando nos invade el miedo y entender a qué le tenemos miedo. En un momento descubrí que mi miedo era que se me resbalen los pies, y ante la aparición de ese pensamiento en mi cabeza dejaba que mis pies efectivamente se resbalaran. Hay veces que el miedo pasa por algo más irracional: miedo a que el equipo de escalada falle, ó miedo a que el anclaje no me aguante. Escalando deportiva nunca escuché que un bolt se saliera, puede pasar, sí, pero ¿qué probabilidad de que ocurra realmente existe? 

Hacer el ejercicio de confianza con el asegurador y el equipo. El doble chequeo. Darnos lugar a aprender, un paso a la vez. Ser piadosos con nosotros mismos y con los demás. Hay días y días.
Desafiarnos a ser testigos de nuestra charlas mentales y pensamientos, separarnos de ellas, interrumpirlas cuando aparezcan decirnos «está todo bien, si caigo no pasa nada» y concentrarse en el siguiente paso, «ay si, Peppers, como si fuese tan fácil». Fácil son los padres, esto es trabajo, como dice Horst: No conseguirás conquistar nada que no practiques. Paciencia y práctica, piedad con uno, autoconocimiento. Y a disfrutar la escalada.

Testimonios

Según Valentina Silva Laborde, Uruguaya, Escaladora.

Son varias cosas que hacen que cada experiencia sea diferente: el tiempo sin escalar en roca, cómo es la ruta (hay estilos que gustan más que otros), quién me asegura, cómo me desperté ese día.

Pero hay algo que siempre está presente que es el miedo a caer, el miedo a que no salga el movimiento (si ya conozco la vía), miedo a hacerme bosta (cuando siento o considero que la vía no está bien equipada). Hay miedos que no se pueden laburar, si no confías en el asegurador, no hay con que darle. Porque no te deja pensar en nada más y no puedes concentrarte al 100% en la vía. 

Pero cuando el día es perfecto, asegurador@ preferid@ y todavía te levantaste bien, esos días se escalada!  Y el miedo aparece.. ¿qué hago? Bueno ahí toca respirar, pensar en la secuencia de movimientos que se vienen. Conocer tu cuerpo, qué puede y qué no puede hacer, saber cuándo relajar y cuándo apretar. Ser consciente de cada parte del cuerpo durante esos momentos de tensión, si sos consciente de eso, el miedo pierde protagonismo.  Animarse a hacer el movimiento, pisar fuerte y si no sale, se vuela.  El vuelo no es tan grave cuando se intenta, dicen los que se animan a volar.

Según Lucía Arín, Uruguaya, escaladora.

«En si mientras voy escalando no siento ningún miedo. En el único momento que me da un pequeño miedo o estado de alerta, es en el momento que sé que me voy a caer. Cuando me doy cuenta que no aguanto más o que voy a perder los pies, es en ese momento que me preparo para intentar no golpearme, pero en sí, miedo que me paralice o me impida seguir para arriba no lo siento. Por ahora no he tenido ninguna caída grande, ningún susto todavía. [..] Tengo demasiada confianza en el sistema, en el asegurador, en el equipo, el momento.»

Según Yamandú López, Uruguay-Venezolano, escalador.

«Mirá, es una pregunta que me lleva a un punto divertido. Cuando empecé a escalar no tenía miedo. Hacía cualquier tipo de locura, pero no abría rutas, porque no había. Montábamos tops. Trepábamos por el lado fácil y poníamos el top. A los seis meses de estar escalando me invitaron a un sitio increíble que era un cañadón que se llama La Puerta de Miraflores. Ahí hice mi primer vía abriendo. Se llamaba «hechizo del viento», una vía clásica. Fui con una loca quien abrió el primer largo. Me aburrí asegurandola porque estuvo como 2 horas para abrir con fisureros. Cuando llegué a la reunión estaba alucinando con lo hermoso del lugar y me dijo -querés darle?- y me colgué todas las cintas y todos los empotradores en el arnés y abrí el segundo largo sin poner un solo empotrador. Me querían matar. Metí solamente cintas en los puentes de roca. Usé solo cinco cintas en todo el largo, encima en zig zag. Donde veía un puente, ponía la cinta. No tenia idea. Después la cuerda tenía un rozamiento grande por el zigzag. 

Le empecé a agarrar miedo, porque el miedo se va agarrando y después lo tenés que controlar,  por disgustos con unas caídas… y disgustos con otras… cuando por ejemplo me caí una vez con la cuerda enredada entre los pies. A partir de ese momento que me di tremendo tortazo y me quemé la pierna, empecé a tener cuidado para que no se me enredara la cuerda en los pies. Después le tenía miedo a las vías que salían de un desplome a una panza. Siempre tenés una guerra en la apertura, no es una cosa que le entraste y una vez, que superaste y ya está. No. cada vez que uno va, si no tenés feeling con la roca, si no tenés feeling con la gente que tenés al lado, si hay algo que no te haga sentir cómodo siempre que estés al borde tus capacidades vos vas a necesitar la mejor compañía, estar en buena sintonía, estar bien contigo mismo, para poder fluir y entregarte en una apertura, en caso contrario siempre estás con susto, Aprendés a dominar el susto, pero siempre se está peleando en las aperturas.”

Bibliografía:

Entrenamiento para escalada – Eric J Hörst (Desnivel).

Lecciones Exprés para guerreros de la roca – Arno Ilgner (Desnivel).

En la foto destacada: Lucía Garbarino en Morocha.

Artículo publicado en la versión Impresa/Artesanal de la revista edición III, Julio 2020