Llegar a la roca, encontrar una vía que nos seduzca y prepararnos para escalar. Identificar cada pequeño aplique de metal en la piedra, emular los movimientos que con el cuerpo se deberán hacer y comenzar a trepar. Nada sería posible si no hubo antes un equipador que se imaginó la ruta y la materializó.
En Uruguay hay dos personas que cada fin de semana se escapan del bullicio de la ciudad para hacer ese trabajo y dejan sorpresas para los escaladores que vamos después: Martín Boné, que comenzó a equipar hace seis años y Lorena Prado hace uno. Desde diciembre de 2018 hasta ahora crearon 18 vías nuevas, entre el cerro Arequita y las grutas de Salamanca, de unas 80 vías de escalada deportiva que hay en Uruguay.
¿Qué sensación tienen cuando están equipando?
M: Es como el nacimiento de una cosa nueva.
L: Es como crear algo de cero, que tampoco es tan obra tuya, porque es lo que se puede hacer, con lo que hay, con lo que te deja la roca. Nos pasa de ver un movimiento que está buenísimo, pero tocas el agarre dos o tres veces y se cae. Y chau movimiento. Es muy divertido.
¿Cómo surgen las rutas?
M: Las descubrís. Lore no culpes a la noche la descubrió. He pasado mil veces por ahí y nunca me imaginé una vía así. Me dijo que quería hacerla, la miramos desde abajo y estaba copadísima.
L: Decíamos que era un quintito, pero terminó siendo un 7a+. Uno ve y se imagina escalándola. Imaginás los movimientos y parece fácil. Bajás, la intentás escalar y la ruta es la ruta, es lo que hay y se va transformando a medida que vas rompiendo presas. Es todo el tiempo un desafío. A veces es frustrante, cuando venís equipando rutas difíciles que sabés que por más que pruebes los pasos, no te van a salir. Igual está bueno que se creen difíciles. Hace un tiempo le dije a una persona que escala como yo, tranqui, que equipamos una ruta y era otro 7a y me dijo “bueno, habrá que mejorar”. Eso fue re motivante. Pero la roca hace lo que quiere.
La ruta que van a equipar, ¿la ven desde abajo?
L: En general si. Nosotros caminamos por el cerro mirando para arriba. A veces de un “acá podría salir una ruta”, sale una ruta.
¿Por qué empezaron a equipar?
M: En mi caso en la ferretería que trabajaba había muchos taladros para jugar. Y había pocas rutas para escalar, en Punta Ballena no había casi nada.
L: Yo cuando me fui dando cuenta que esas rutas que escalaba las equipaba alguien más. Un par de veces dije “está bueno tener rutas al sol para el invierno, a la sombra para el verano” y la respuesta era “si querés rutas, equipalas vos”. Entonces Martín me enseñó a equipar.
¿Sienten que están trabajando para que otros escalen?
L: Me da la sensación de aporte a la comunidad. Creo que lo hacemos desde un lado desinteresado, porque lleva pila de tiempo, de esfuerzo y dinero que se invierte. Es algo que estamos haciendo que lo van a disfrutar hasta los nietos. Me gusta esa idea de que alguien vaya y, más allá de si le gusta o no, la pueda probar.
M: En mi caso es más egoísta, yo equipo la vía a mi manera y a mi comodidad, pero pienso en que si una persona se cae, quede protegida.
A las rutas les ponen nombres bastante creativos, ¿cómo les surgen?
L: A veces aparecen solos. La ultima se llama “medio y medio”, porque Martín equipó la mitad, se bajó y yo equipé la otra mitad. “No culpes a la noche” lo pusimos en honor a Hugo que fue el que se puso las pilas para juntar plata para las chapas y le encanta Luis Miguel.
M: Siempre tienen algo que ver: “el culebrón” cuando le picó la víbora a Lore, “el alacrán” cuando me atacó uno a mí. Mi primera ruta en Salamanca se llama “cuerda rota”, porque Santiago estaba limpiando una vía al lado y cortó una cuerda con una piedra.
L: Después hay homenajes como Lina Colina para Lynn Hill.
¿Dónde les gustaría equipar? Puede ser en Uruguay o en otro lugar.
M: En Piedra Parada.
L: Me gustaría que aparezca un cerro nuevo acá y equipar. Pero Piedra Parada, La Buitrera.
¿Les parece que tendría que haber más equipadores en Uruguay?
L: Nos estamos quedando sin roca. Pero tendría que haber más gente involucrada en el proceso de preservación y saber cómo se puede hacer una prueba para saber cuándo un anclaje está mal. Nos falta conciencia de lo peligroso que es escalar en roca y cómo prevenir accidentes.
¿Cómo es la historia de la choreada, que es de las rutas más escaladas de Arequita?
M: En realidad se llama “beer dealer”. Cuando la terminé de equipar estaba cansado y no la pude escalar. El siguiente fin de semana no pude ir y fueron Vale y Pablo y algunos más.
L: Yo estaba ahí. La escalaron para pelearlo a Martín. Primero la probó Vale, se cayó y bajó. En el camino sacó uno de los expreses. Pablo subió y como no tenía la express no pudo seguir. Tuvo que bajar y volver a subir. Y la encadenó. Ahí empezaron a tirar nombres. Pablo buscó uno conciliador. Cuando él conoció a Martín, estaba con heladerita con cervezas adentro. Entonces le puso beer dealer.
M: Y era la ruta que me chorearon, y ahora es “la choreada”.
Al equipo de Es Pa’rriba nos ayuda a equipar: